Buena gente
Ante tanto escándalo, violencia de género, intento de sedición de Cataluña..., puede uno pensar que este mundo es un desastre y que no tiene solución, pero no es así.
Yo conozco a gente joven que los viernes por la noche y el sábado por la mañana, cuando su trabajo se lo permite, reparten cenas y desayunos calientes por las calles de Vigo a esos menesterosos tirados en las entradas de algunos edificios, les dan alimento y cariño.
Yo he conocido y convivido con personas que podemos calificar de personajes ejemplares.
Hay hombres que su audacia y su buen hacer cambian el curso de los pueblos. Hoy me voy a referir a dos hombres que en su vida fueron buenos amigos y que se admiraron mutuamente.
Don José Fernández, fundador de Pescanova, y Don José Regojo, que fue capaz de arrebatar a Cataluña el monopolio de la industria textil.
Don José Fernández, oriundo de Lugo y procedente de una familia de ganaderos, fue el pionero del pescado congelado. En los años sesenta llegó a Vigo con la ilusión de formar una compañía que rompiera con toda la tradición de muchos años: la venta de pescado fresco.
Don José Fernández expuso la idea a todas aquellas cabezas sagradas de los años sesenta y la respuesta no pudo ser más desoladora: Pepiño tu idea no saldrá adelante, la gente rica consumirá pescado fresco y la gente humilde no tiene capacidad par a comprar pescado congelado. Don José Fernández no se amedrentó y prácticamente solo emprendió la aventura de Pescanova con capital insuficiente, pero los bancos creyeron en él, apoyaron a Don José Fernández, consiguiendo crear en la década de los sesenta y setenta una empresa de pescado congelado de las primeras del mundo y fue el alimento básico de aquellos españoles que dejaban de ser pobres y tenían capacidad para consumir pescado congelado.
Poco más tarde, tras el éxito de Pescanova, hubo importantes hombres de empresa que echaron adelante esta idea y lo que hoy somos es gracias a acuerdos con terceros países para explotar recursos marinos, pues los nuestros estaban agotados.
Don José Regojo, que este año se cumplen veinticinco años de su muerte, fue un visionario que consiguió que Galicia fuese una referencia en lo textil.
Entre sus empresas de Zamora, su tierra natal ,y su tierra de adopción, Redondela, hilaba, tejía, teñía y estampaba los tejidos que se convertirían en camisas de caballero o vestidos o blusas de señora.
En los años sesenta y setenta fue de los pocos en usar la televisión nacional para su campaña de publicidad. Consiguió el nombre de Dalí para ponérselo a las camisas del triángulo vital y llegó a producir tres millones de unidades, dos millones de blusas y un millón de vestidos anuales. Sus empresas fueron el vivero de la gran realidad textil que es Galicia hoy.
Lo que está claro es que tanto en el mundo empresarial como en el campo de la investigación, como en todas las actividades humanas, se avanza gracias al esfuerzo y valentía de unos pocos que fueron capaces de soñar y quedarse cortos. Que estas vidas sirvan a las nuevas generaciones de ejemplo de sacrificio y de audacia.
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